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Por Rocío Valenzuela
La historiadora chilena y recientemente premiada por el Estado, Sol Serrano, enseñó el lunes pasado su más reciente obra El liceo en la Biblioteca Municipal de Concepción.
Hija de una escritora de la generación del 50 y de un ensayista que incursionó años antes en los terrenos de la ingeniería, Sol Serrano se consagra en la actualidad no sólo como una de las voces más lúcidas y críticas de la historiografía chilena, sino también como una figura relevante para las Ciencias de la Educación. En su último libro, de hecho, aborda lo anteriormente mencionado: la era dorada del liceo, que inicia en los años treinta y se extiende hasta los sesenta.
Resulta sugerente preguntarse por qué la obra de Serrano, que fue publicada a principios del 2018, reaparece y despierta el mismo interés que antes. Se trata de un ensayo que, pese a trabajar en un marcado intervalo de tiempo, se mantiene en la memoria por el carácter atemporal de su relato. Dicho de otra manera, el análisis que la autora entrega no sólo funciona como una guía de consulta que almacena datos relativos a las distintas formas de organización de los liceos de ese entonces, sino también como una herramienta para posicionarse políticamente a partir del entendimiento del pasado.
Una de las cosas que propone Serrano es repensar el sistema educacional y fortalecer su carácter público, mirando hacia atrás, pero sin retornar a los confines de ese primer liceo de élite y nacionalista. Sobre esto, Serrano se refiere a la relación entre liceo y nacionalismo, argumentando que, si bien “se ha sostenido que las escuelas han sido las grandes generadoras del nacionalismo, hay que ver que son distintos los casos europeos y norteamericanos a los nuestros”. Sin negar, por ejemplo, que “en los mismos liceos se tuvo que reglamentar porque los estudiantes no se sabían la letra de la canción nacional en 1930”, Serrano es enfática al señalar que aquella es una relación que es necesario historizar, “mirar empíricamente”.
Finalmente, el director del Archivo Histórico de Concepción y compañero de disciplina de Serrano, Armando Cartes, anunció -antes de concluir la grata sesión- que la estancia de Serrano en la Región se prolongaría hasta el día siguiente, pues entre sus planes estaba visitar el Archivo del Arzobispado de Concepción.